Los grupos que se oponen y favorecen la perspectiva de género en las escuelas tienen premisas totalmente distintas en torno a lo que implica esta enseñanza.Detrás de las protestas a favor y en oposición a la enseñanza con perspectiva de género en las escuelas está el debate en torno a la aceptación o no de la homosexualidad.
En días recientes, la oposición a la perspectiva de género, que proviene principalmente de organizaciones de base religiosa, ha circunscrito en gran medida su protesta a que se aborde el tema del “género”.
Este concepto, según explicó Sonimar Lozada, directora de la Comisión de Litigación de la Alianza de Juristas Cristianos, abarca todas las tendencias sociales asociadas a la sexualidad, incluyendo la homosexualidad.
“El problema es que lo que quieren hacer es quitarle la identidad del niño de pequeño para introducirle conductas sexuales que no son las que los papás quieran inculcarles a los hijos”, aseguró Lozada.
Sin embargo, esta afirmación está lejos de lo que han sido los intentos en el pasado por implantar currículos con perspectiva de género y de los principios mismos de esta doctrina.
“La perspectiva de género no es educación sexual”, enfatizó el presidente del Colegio de Profesionales del Trabajo Social, Larry Alicea.
De hecho, el Departamento de Educación trata de manera separada el tema de educación sexual. La última de las cartas circulares que abordan la educación sobre el tema de sexualidad data del 2012 y en nada toca el tema de perspectiva de género.
¿Qué es perspectiva de género? En términos simples, la perspectiva de género lo que enseña es a no discriminar, condenar o tratar mal a una persona porque es diferente.
Y en esa enseñanza es necesario romper con algunos pensamientos que históricamente han cargado muchas culturas, como la nuestra. Por ejemplo, se busca eliminar la idea de que los hombres son superiores a las mujeres, o que los homosexuales son menos dignos que el resto de las personas por su orientación sexual. Según el psiquiatra Julio Jiménez, de la Escuela de Medicina de Ponce, se trata de aceptar que las cualidades particulares de un individuo no los hace menos personas; las diferencias de un individuo no le quitan el derecho a un trato sin discrimen, odio o recelo.
El origen legal del asunto. El currículo de perspectiva de género surge como una obligación que se le impone a Educación en la Ley 108 del 26 de mayo de 2006 con el objetivo de atajar los niveles de violencia, especialmente en contra de las mujeres.
Según datos de la Oficina de la Procuradora de las Mujeres, 19,278 féminas fueron víctimas de violencia doméstica en el 2006. Este fue uno de los años con mayor incidencia de violencia contra la mujer.
El estatuto también buscaba proteger a los niños que se desarrollan en un ambiente de violencia en el hogar. En la exposición de motivos de la ley, se establece que la violencia de género puede provocar en los menores baja autoestima, depresión, ansiedad, desesperanza y bajo aprovechamiento escolar, entre otros problemas.
En el 2008, el entonces secretario de Educación, Rafael Aragunde, firmó la primera carta circular sobre perspectiva de género, pero el asunto fue dejado en el aire por su sucesor en el puesto, Carlos Chardón.
En la carta circular del 2008, el DE definió la enseñanza de perspectiva de género como el instrumento mediante el cual se ayuda a comprender que las diferencias entre géneros no se limitan a si una persona es varón o fémina, sino que tiene que ver con la identidad de la persona. Con esto en mente, se promueve el análisis de los géneros con la idea de fomentar la igualdad, la justicia y la paz, entre otros asuntos.
“Esto no es enseñar sexualidad a los niños (o) conceptos que no puedan entender. Es fomentar la equidad en todas las personas, independientemente de las diferencias que puedan tener. No le veo nada nocivo a esto. Todo lo que veo son cosas positivas”, apuntó Osvaldo Burgos, portavoz del Comité Amplio en Búsqueda de Equidad (CABE).
Pero la incertidumbre parece que mantiene interrogantes entre los opositores. Lozada, por ejemplo, afirmó que la enseñanza de perspectiva de género implica un proceso de sensibilizar a los niños que podría llevar a que se les pida a los varones a vestirse como niñas y viceversa. Además, argumentó que no limitarse a enseñar sobre los roles tradicionales del hombre y la mujer puede llevar a los menores a “experimentar”. “Pueden asignar a los niños que mañana vengas vestido de niña y a las niñas que vistan como los niños”, dijo Lozada.
Nueva carta circular
Este panorama, sin embargo, es muy distante al que trazan los favorecedores de la medida y los organismos internacionales que la promueven. Incluso, dista mucho de la filosofía detrás de la primera carta circular del DE sobre el asunto. La agencia ha prometido una nueva carta circular en los próximos meses de modo que este proyecto inicie el próximo año escolar.
“Se ha comprobado que la enseñanza con perspectiva de género reduce la violencia contra las mujeres y grupos marginados”, dijo Alicea.
Hace apenas dos semanas, se conoció de un caso terrible de violencia doméstica que sirvió como ejemplo extremo del problema que se pretende prevenir. Se trató de un sujeto que por dos años sometió a su pareja a un patrón de torturas que incluían quemaduras en la piel, agresiones con cables eléctricos, palos de escoba o barras de jabón envueltas en medias y agresiones sexuales, entre otras formas de violencia.
“Este tipo de educación (perspectiva de género) es muy diferente a la educación sexual... Nosotros en el Colegio (de Profesionales del Trabajo Social) seríamos los primeros que levantaríamos la voz si fuese negativo para los niños o si se fueran a usar libros que no son adecuados para los niños, como se ha circulado por el Internet”, añadió Alicea. El experto en la atención de casos de violencia sexual contra menores explicó que los libros que se han circulado constituyen el material de referencia de los maestros, quienes tienen que saber mucho más de lo que incluyen en sus currículos.
Alicea agregó que la valoración de las conductas alternas como parte de la perspectiva de género es en el ámbito del respeto y la aceptación de las diferencias en la sociedad. Esto no implica que se le está coartando el derecho de las familias a educar a sus hijos con las doctrinas que estimen correctas. De todos modos, no hay forma en que el Estado pueda entrar a las casas de las personas y obligar a los padres a enseñar cosas específicas a sus hijos.
Lozada, sin embargo, entiende que esta valorización, que ha sido descrita como una de respeto y aceptación, sí puede ir en contra de los derechos de los padres de educar a sus hijos.
“El valor de las conductas se enseña en la casa y no en la escuela. Yo quitaría el término de género del asunto... Nosotros no nos estamos oponiendo a que haya equidad entre los sexos (hombre y mujer) sino al asunto del género”, dijo Lozada.
“La parte positiva de esto es que se está moviendo el tema y se está hablando. Sería ideal que cada una de las partes se respete. El peligro de esto es que por presiones no se tome acción en algo que realmente se necesita”, dijo Jimenez, por su parte.
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